Yo no tengo ni la más remota idea acerca de cómo va mi cartera. De vez en cuando me entero cuando recibo los detallados extractos mensuales, pero tampoco dedico excesiva atención. Buen, en realidad no me importa nada. Antes sí, antes estaba todo el día calculando si había “ganado” o había “perdido”. Pero ahora me ahorro el esfuerzo.
Mi fundamental pregunta es si cada mes tengo más acciones que el anterior.
Lo siguiente que me pregunto es qué porcentaje de acciones nuevas soy capaz de financiar con los dividendos o con los cortos, es decir, con dinero obtenido en la propia Bolsa.
Y lo tercero que me pregunto es qué comprar, que por regla general será algo con un dividendo lo más seguro posible (no necesariamente demasiado alto) y si es trimestral tanto mejor. Nada digo de los dividendos mensuales.
Yo no concibo la inversión como un proceso cerrado en el que pones algo y ya está, a contemplar si vale más o vale menos. La Bolsa, para mí, es un proceso continuo, de inversión constante. Mucho o poco, pero constante. Vas entrando con más o con menos, pero sigues entrando, comprando. Si lo haces con recursos que te genera la propia Bolsa pues mucho mejor, claro.
Si tú inviertes 1.000 euros de dividendos pues no sé, en Zardoya, te da igual que Zardoya suba más o suba menos. Lo importante en sí es el propio hecho de que tienes nuevas acciones de Zardoya. Preocuparte porque valgan más o valgan menos no te lleva a nada. Las has conseguido con dinero del mercado y lo esencial, creo, es que hagas lo mismo cuantas veces sea posible.
Moroboro dijo algo que escandalizó un poco: que prefería mercados bajistas. Pues Graham, en “El inversor inteligente” dice exactamente lo mismo. Los mercados bajistas son mucho más seguros y además permiten entradas mucho mejores. Para la estrategia de comprar y mantener es esencial el precio de entrada, y los precios de entrada son mucho mejores con la Bolsa a la baja, obviamente. A mí no me importa nada que baje, y de hecho yo ahora mismo lo prefiero. En vez de ponerme eufórico diciendo que he ganado no sé cuánto me gusta mucho más la idea de que en julio, en donde hay muchísimos dividendos que reinvertir, tenga buenos precios. O sea que las bajadas no siempre son negativas: depende de la estrategia que tengas. Comprendo que para otras estrategias son un desastre, pero para la reinversión de dividendos las bajadas no son una mala noticia en absoluto.
La diferencia entre quedarse “pillado” y ser un inversor a largo es que cuando has entrado ya has pensado en quedarte. Es decir, ya has elegido el valor por su dividendo, no por otra cosa.
Por supuesto, no por ser una acción “prometedora”, cosa que en mi caso particular me ha salido mal prácticamente siempre. Pues eso, la típica acción que crees que va a subir por no sé qué, porque se supone que tiene mucho futuro, pero no realidad sólida alguna. Estas acciones desde luego existen, pueden ir muy bien, y se puede entran en ellas. Pero teniendo claro que hay que gestionarlas de una forma absolutamente diferente. Graham decía que hasta hay que tener dos “bróker” distintos para no confundir los conceptos.
Es esencial, creo, pensar no sólo en qué se entra, sino en cómo se entra. ¿Qué una empresa crees que tiene mucho futuro? Pues metes unos 1.000 euros, pero no el 20 por ciento de tu cartera. ¿Qué crees que algo está en tendencia y quieres aprovecharlo? Pues entras, pero lo gestionas según las reglas del análisis técnico a rajatabla. Lo más importante, en mi opinión, es que el criterio de entrada coincida con el criterio de gestión de la acción. Cuando aplicas para corto las técnicas de largo y al revés la cosa no suele salir bien.
Naturalmente la técnica de reinversión del dividendo es cualquier cosa menos espectacular. Sospecho que, además, para que funcione realmente bien son imprescindibles aportaciones sistemáticas de nuevo capital. Y necesita mucho tiempo. Pero cuanto más tiempo pasa más eficaz es.
Todos tenemos una tendencia natural a intentar ganar rápido pero?
El otro día Quantum marcaba 2.90, cosa que significa que había duplicado en un par de meses. Hace unos años no quiero pensar la que hubiera montado. Todos mis amigos se hubieran enterado de mi genialidad. Y luego la reacción natural. Presa de la excitación que producen estas subidas, hubiera buscado todo tipo de acciones similares, hubiera estudiado mil gráficos, hubiera trazado todo tipo de líneas?
Ahora no sentí ninguna emoción especial. No sentí ninguna emoción especial porque sé que la verdadera estrella por ejemplo es Enagás, aunque no hay la menor posibilidad de que se duplique en dos meses. Pero es la estrella porque la compré precisamente en una bajada y lleva años financiándome la compra de nuevas acciones. O la estrella es Pengrowth, que me ha permitido reinvertir cerca del 20 por ciento de lo que en su momento invertí en ella. Gracias a eso, a valores así, mi cartera se va ampliando, una veces con más acierto que otras. Pero se va ampliando, que es lo que cuenta. Y desde luego me va muchísimo, pero muchísimo mejor que cuando me dejaba impresionar por fuegos artificiales, valores prometedores, revalorizaciones instantáneas y cosas así. Todo esto es muy divertido, pero hay que tomárselo como lo que es: una ilusión que se cumple de vez en cuando. La realidad es el método sistemático, constante y aburrido, pero a la larga incomparablemente más eficaz. Quiero decir: precisamente cuando consigues "el sueño" te das cuenta de que eso no es lo que hay que conseguir.
Para el inversor no profesional la inversión basada en el dividendo me parece de lejos la mejor.
Quería completar lo anterior explicando otra forma de pensar.
Suponemos que tenemos 5.000 euros en BBVA. El primer año tenemos un 5 por ciento de dividendo, o sea unos 250 euros.
Y ahora hacemos las cuentas de otra manera.
Damos por amortizada la parte de inversión correspondiente al dividendo, y entonces en BBVA ya no tenemos invertidos 5.000 euros, sino 4.750. Se repite el dividendo. Ahora su rentabilidad no es del 5 por ciento. La rentabilidad es del 5,25 por ciento aproximadamente sobre el capital invertido y no amortizado (4.750 euros).
El tercer año pasa lo mismo. La rentabilidad ya sería del 5,55 por ciento.
Haciendo las cuentas así uno observa un fenómeno indudable: cuanto más tiempo pasa más tiende a crecer la rentabilidad del capital invertido con absoluta independencia del nivel de la cotización. Y esto es lo que creo que importa. ¿Qué rendimiento sacas a tu inversión? El rendimiento no creo que deba concebirse un valor psicológico que fluctúa como hace la cotización. Con los años, el rendimiento de verdad es la relación entre el capital no amortizado y el dividendo. Y así, con los años, ese rendimiento (si el dividendo se mantiene) tiende a crecer hasta que llegas al punto en el que la acción está amortizada y todo son ganancias. Para esto tienen que pasar años, pero para que el rendimiento sea del 10 o del 15 por ciento por ejemplo tampoco tantos. ¿Dónde encuentras unos rendimientos así? Sólo en Bolsa, pero tras años.
En este esquema las cotizaciones te dan igual, claro.
A su vez, los dividendos se convierten en capital invertido en otro valor. Y otra vez pasa lo mismo: tienes un capital, lo vas amortizando y vas comprobando cómo la rentabilidad tiende a subir.
Yo esto sí lo calculo. Yo no sé la cotización de mis acciones, pero si sé la rentabilidad que obtengo con lo que invertí en ellas. Creo que se ahorran muchos disgustos haciendo esto. Es tan sencillo como abrir la hoja de cálculo y empezar a meter datos. Datos de ganancias efectivas, las de verdad, las tangibles (o sea el dividendo) con la inversión. Y entonces descubres si la rentabilidad de tu activo, el dinero invertido, es mejor o peor. De verdad que recomiendo hacerlo.
Es como un piso: uno puede pensar en lo que vale o en el alquiler que le pagan. Si lo que se recibe mensualmente por el alquiler está bien, ¿qué importa lo que valga o no?
La idea clave es fijarse sólo en la rentabilidad de tu activo, rentabilidad que no es tanto lo que sube o baja, sino lo que efectivamente recibes por haber invertido en él. Cuando haces así las cuentas concibes “ganar”, y por lo tanto la Bolsa, de otra manera
¿Qué decimos en realidad cuando decimos que hemos perdido?
Lo que estamos diciendo en realidad es que nuestros activos valen menos. Cuando compramos acciones compramos eso, activos capaces de generar renta. Como esos activos se valoran al segundo, cada segundo se supone que perdemos o ganamos. Y, ciertamente, nuestros activos valen más o menos cada segundo, pero eso no significa, para mí, perder o ganar.
No lo significa si compras los activos para obtener la renta que se supone que generan. Si tú abres una casa rural en un pueblo te da igual que la vivienda baje o suba en el pueblo. Lo único que te interesa es que tu casa rural funcione. ¿Qué si baja la vivienda en el pueblo la podrías haber comprado más barata? ¿Qué te podías haber ahorrado un gasto para hacer una cosa que creías necesaria pero que luego nadie usa? Pues claro, y si hubieras estudiado lo que todo lo que podías hubieras tenido matrícula de honor en todo. Pues sí. Pero de lo que te lamentas o te alegras es del nivel de ocupación de la casa rural, no del teórico valor de venta de tu activo, ni de los errores que cometiste o no para ponerlo en marcha. Si llenas la casa rural todos los días no importa nada que hubieras podido ahorrarte no se qué y mucho menos lo que cuestan las viviendas en el pueblo.
¿Qué mis Unilever valen menos ahora que cuando las compré? Pues muy bien, que lo valgan. ¿Qué podría haberlas comprado más baratas? Pues claro. Lo que esto significa es que podría haberlo hecho mejor (no necesité comprar Unilever para saber que se pueden hacer las cosas mejor, por cierto). Pero mientras la rentabilidad real sea la esperada no he perdido. Yo lo que quería es el 3 por ciento sobre lo que invertí. ¿Tengo el 3 por ciento sobre lo que invertí? Pues sí. Pues entonces a otra cosa y el año que viene ya sabremos si pierdo o no. Ya sé que si hubiera esperado en vez del 3 hubiera comprado más barato y tendría el 3,2. Pues muy bien, pero desde luego no pienso torturarme por ello en absoluto.
Otra cosa es que compres activos no para aprovechar sus rentas, sino para transmitirlos. Entonces sí que cuenta que aumente su valor. Al señor de la casa rural no le importan los precios de la vivienda en el pueblo, pero al de la inmobiliaria sí, y mucho. Porque no se dedica a obtener rentas con los activos, sino a aprovechar los incrementos de valor. Entonces, en este caso, pero sólo en este caso, sí ganar o pierdes con los movimientos de valor.
A mí me parece lo mejor para el no profesional comprar activos para obtener rentas. ¿Qué es lo que ha hecho mucha gente? Invertir en pisos para aprovechar el alquiler, no la revalorización. A este tipo de personas les suele ir mucho mejor que a los que se dedican a la compra-venta de pisos sin ser profesionales. Los profesionales pueden ganar mucho con esto, cierto, pero los aficionados no. Normalmente, no digo siempre, lo mejor que pueden hacer los aficionados pues es eso, comprar y alquilar.
Yo al principio no tenía conciencia de comprar un activo. Compraba una acción y era poco más o menos como comprar una promesa con la que ya se vería qué hacer. Ahora tengo conciencia de comprar un activo y lo primero que pienso es qué voy a hacer con él. En esencia, lo que tengo que saber es si lo compro para que produzca la renta que se supone que va a producir o para transmitirlo en el futuro debido al incremento de valor que espero.
En función de esto, mi concepto de pérdida o ganancia es completamente distinto. Con los valores comprados para especular la pérdida o la ganancia es la pérdida de valor, pero con los comprados para obtener rentas la pérdida o la ganancia no tienen relación con la cotización. Tienen relación con la renta efectivamente obtenida. El criterio es distinto.
O sea que bajada de cotización y pérdida no es lo mismo. Depende de cómo midas las pérdidas.
Naturalmente, no estamos ante el método infalible. Muchas empresas supuestamente seguras han dado dividendos durante años y años, décadas enteras, hasta que han dejado de darlos. Hay que dedicar atención, que es algo distinto de mirar la cotización diaria. Aquí nada es fácil ni seguro. Esto es sencillamente otra forma de concebir y entender las ganancias y las pérdidas. Estas no vienen definidas por las cotizaciones, sino por la rentabilidad, o sea por los dividendos. Las cotizaciones son un simple indicador, un indicador más, que nos dice si el mercado cree que los dividendos subirán o bajarán. Pero son sólo un indicador, no un criterio de beneficios.